Cap 3: Gata Blanca.

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Y de repente:

“miauuu, miauuu, miauuu”, Intenta Gata hablar a través de la mordaza, con maullidos largos y pronunciados, hasta que logra abrirla un poco.


- “Noo Nooo!!”, grita Gata desesperada.

Sale corriendo de su habitación y baja al primer piso, da un giro muy rápido sobre su izquierda para llegar a la cocina, tan pronto como llega, se logra desatar una mano y puede quitarse por completo la mordaza, toma un cuchillo de cocina, es lo primero que ve y voltea con ánimos de enfrentar lo que sea que está a sus espaldas.


Está en su propia casa, sabe que incluso si grita o corre, nadie vendrá por ella, ella misma así lo quiso, se ha apartado de todos buscando tranquilidad para su vida; luego de vender su galería a la Boutique online más sofisticada del 2025 pudo adquirir la casa de sus sueños, rodeada de jardines, llena de ratones para comer, árboles para trepar, una chimenea para ronronear y una lechita tibia antes de dormir. Pero ahora, en su cocina con una mano atada y solo un cuchillo pequeño para enfrentar lo que sigue, regresa corriendo arriba donde su atacante.


Tan pronto sube al segundo piso, él está ahí, de pie, esperándola:


- “MIUWRR!!!!”


Gata se abalanza hacia los brazos de Mininno, quien tiene un postre en la mano y necesitaba algo con que cortar, solo para echarlo de nuevo en la espalda de Gata y seguir con la mordaza y las ataduras.



Gata cuando se sentía cerca de sus 46, sentía que ya estaba sobre sus 50, otra vez estaba sentando cabeza luego de aquel viaje a Sudamérica, de regreso a Brasil. A los pocos días, Gata invitó a Leo a cenar Ratones a las finas hierbas en su casa, algo había aprendido de culinaria en el viaje.  Cuando su viejo amigo llegó, ese día y luego de muchos abrazos y una pequeña charla, Gata notó en su expresión algo extraño, pero como  conocía a Leo,  pensó que era por no verse en tanto tiempo, Gata le contó como pudo trepar en los árboles de la jungla Peruana y como pudo tomar Cactus Mágicos en México, nombró lo increíble del cielo nocturno en Chile y también de los amores de Costa Rica y Colombia.

- “... Esto pasó un día en Colombia…”, continúa Gata.


- “...Ese viernes no pude salir, me sentía muy cansada, pero salí el sábado, salí con un grupo del hostal, ellos tenían un evento de artes y me invitaron, ellos saben que me muevo en todo ese mundo. Estando allí conocí a dos gatitas, vivían en un pueblo cerca de la ciudad donde yo estaba, ambas estaban en una banda de Rock, eran medio conocidas en la ciudad, tienen varios años juntos y son muy buenos, van de subida.”, hace una pequeña pausa Gata.

Aún nota algo en los ojos de Leo, pero no puede descifrar qué es, antes de continuar Leo responde.


  • “Gata, ya sé que te las comiste tan brutal…”, dice Leo y mira a Gata, y ambos se sonríen un poco.

  • “...Durante una semana entera”, responde Gata y se chocan los puños.

  • “Tengo algo más importante que contarte”, continúa Leo.


Gata en sus adentros sabe que ésta es la razón de esa mirada durante todo el rato. Y Leo continua.


  • “Un día estaba en la Av. décima, en el lugar oscurito que nos gusta, ya no se llama igual, pero es lo mismo, estaba con una amiga y de pronto alguien me toca el hombro como con ánimos de saludar”.


Se queda viendo a Gata fijamente a los ojos, tratando que ella misma  descifre el resto de la información para no tener que decirlo todo él.


- “Y entonces?”, pregunta Gata.

- “Gata, Mininno volvió, me preguntó por ti”.


Sandro y Leo sabían por lo que había pasado Gata y Mininno años atrás, sabían cómo ese nombre detonaba muchas cosas en Gata y que la situación emocional y mental por la que había pasado para recuperarse apenas se notaba en la vida de Gata, por fin su pelaje se veía en su mejor forma de nuevo, por fin sus piernas estaban igual de grandes, podía dar saltos y jugar con flores y mariposas de nuevo, no había una rata en la cuadra que no se escondiera al oler su perfume, estaba en la cima.

 

El interior de Gata se volvió una locura, de pronto recordó todas las veces que pensó en él durante el viaje y la pequeña esperanza de quizá toparse, a ver si le daba una cachetada o un beso, no sabía qué pensar ni cómo actuar, quizá perdió una vida solo con sorpresa de esta noticia. Por un lado sabía que no iba a superar nunca a Mininno, pero también sabía que ya había hecho las paces con no tenerlo en su vida. En sus adentros pensaba que si tan solo  no lo volviera a ver más nunca, quizás podría, incluso, construir algo con alguien, pero sabía que si Mininno se atravesaba en su vida… de  pensarlo Gata se erizó, la cola se esponjo y las pupilas incrementó, Leo la notó y tocarle el hombro intentó, gata lo sintió y disparada al cielo salió, patas y garras extendió, su instinto gatuno la abordó y de un solo tirón, corrió y a su habitación llegó.


Estando a solas en su casa gata no dejaba de pensar en el asunto:


- “Si lo veo lo mato”

- “Si lo veo lo abrazo”


- “Si me habla lo ignoro”

- ”Si me habla le hablo”


- ”Si me dice reina, lo rasgó”

- ”Si lo rasgó, me gusta”


- ”Si está gordo, es fácil”

- ”Y si está lindo y no me aguanto…”.


Gata tenía un gran conflicto, él había sobrepasado una línea, pero por otro lado sabía que la conexión entre los dos era única, de una sola vez en la vida,  Gata y Mininno durante todo este tiempo se llevaron en su mente y corazón, ambos están en paz con haberse perdido.


A la mañana siguiente Leo sale de la casa de Gata y recibe una llamada de Mininno que  estaba de vuelta en la ciudad. Luego que Leo le contara cómo reaccionó Gata al enterarse que había vuelto, con boletas compradas para un evento, en caso que Gata dijera que sí, decidió ese fin de semana salir a divertirse, quizá no tan Gato, pero si más Liebre. Mininno solía salir a solas, sin avisar a nadie ni responder por nada, pocas veces se enamoró pero a muchas fiestas se fugó. 


Acostumbraba ir a  fiestas para mantener su mente a raya con la ayuda del sonido vibrante y envolvente de los parlantes y entre música y danza, Mininno descansaba. Esto decidió hacer ese día


- “Creo que igual voy a ir, así me distraigo”, le contó Mininno a Leo, tan pronto le contó la respuesta de Gata.


- “Creo que igual voy a ir, así me distraigo” , le contó Gata a Andrea, por una llamada tomando la leche de la mañana, luego que Leo saliera de su casa.


Andrea y Gata tenían pensado ir a un evento, era fuera de lo común para Gata pero sabía que lo iba a pasar bien.

El día llegó y Andrea y Gata llegaron a la entrada del lugar, los organizadores estaban repartiendo antifaces a todos.


- “Mucho más cómoda para las maldades”, Gata pensó.


Ya era de noche, topless y pequeñas camisetas en gatitas, arnés y abdominales en gatitos.


- ”Prrr Prrrrr prrrrrr”, Gata ronroneaba mientras caminaba de la entrada al bar. Allí pidió su cocktail favorito y giró sobre ella misma para ahora mirar hacia la pista de baile, su cola se movía suave, larga y juguetona con el aire, sus ojos se ajustaban a la luz perfectamente y ahora solo quería un gatito, estaba de caza de nuevo.


- “Alguien está detrás de mí”, presintió Gata.

- “Huele rico, quizá me guste”, pensó Gata.

- ”Hola Gata”.

- …

- …

- “Mininno!”.

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