Cap 1: Gata Negra.
cap-1-el-baile-de-la-gata el-baile-de-la-gata camino-uno
Era su cumpleaños número 15, ella bailaba con el que sería el amor de su vida, por primera vez sentía el amor, tanto en el corazón como en la carne.
- "¡Gata!, ven corriendo, ayúdame con las cervezas", grita Andrea, su mejor amiga.
- "Meaw" asiente Gata y va a la cocina a ayudar. En su andar se le notaban muchas de sus artes gatunas, el contoneo de sus caderas y el movimiento ondulante y sensual de su cola eran las más provocativas.
Mientras camina, Gata ve su reflejo en un espejo y contempla lo bella que es. Se admiraba a sí misma y hacía alarde de su hermoso cuerpo:
- "Me encanta mi pelaje negro, que patotas tengo, mira esas nalgas, miuw, miuw.” Pensaba Gata para ella misma mientras ronroneaba.
Para Gata hacer el amor fue el despertar de la vida, un entendimiento sorprendente la arrolló cuando descubrió las pieles y el placer. Encontró y saboreó la dulzura de los instantes de un éxtasis que aunque extraño en ese momento, se volvió adicción.
- "Quiero que esto pase entre nosotros, esta gatita ya quiere algo dulce que saborear.", decía en su coquetear Gata a los gatillos que encontraba a su paso.
- "¿Esta gatita quiere una nalgada o una lamida?", respondía el minino de turno.
Jugar con Gata Negra en sus 20s era incertidumbre, pasión y ansias. Gata Negra no era muy conocida, tenía pocos amigos y siempre vestía de negro;
- "Te pusiste creativa hoy de negro, ¿no?", solían mofarse sus amigos más cercanos.
Gata, si vestía de negro y era una noche oscura, significaba dos cosas: número uno, verse con Sandro y Leo y número dos llevarse un gatito para la minina. Verse con ellos, era cotidiano, eran esos hermanos perdidos de Gata quien ahora en una ciudad sin vigilancia alguna para una Guapa Gata, Miaw, Miaw, daba vía libre a su alma y a Gatubela, su peculiar alter ego.
Gatubela surgía tranquilamente alrededor de Sandro y Leo, ellos eran sus hermanos, pero esto significaba que Gata no solo tenía capucha para la noche, estaba cazando, buscando un mínimo curioso, ciertas preferencias:
“Y si es de los que ahorcan un poquito - Grrrrr”.
Un dia de paseo en un taxi Gata Negra le dice a Sandro:
“Te cuento que tuve una nueva experiencia, alguien me contactó por internet y pude concretar una visita.”
“¿Qué quería? ¡quién era?”, preguntó Sandro un tanto impaciente.
“No sé quién es, en su perfil solo salía: Franchy”, Gata Continua:
“Me dijo que no queria sexo, nisiquiera que lo tocara”.
“¿Qué pasó entonces?”, continúa intrigado Sandro.
“Quedamos de vernos en un lugar cerca a un motel, para vernos las caras y saludarnos, que no fuera tan extraño. El tipo se veía normal, yo aún no estaba segura de qué quería y me dijo exactamente que quería que…”
“Y con mi bota…” “Luego cuando se lo quitó, y yo hice…”
“entonces escupí ahí…”
“A mi me gustó más de lo normal…”
“Dejé que me tocara…”
“Le pisé la cara con la bota…”
“En mi cara…”
“Fue divertido porque después fue en su cara…”
“Ya estábamos llenos de vela y aceite, me dijo…”
“Yo me deje hacer de todo…”
“Para el final, él quería que lo golpeara con látigos y que lo torturara un poco amarrado a una silla, con eso se corrió reduro en el piso, me pagó 800 usd”
Que?!, sorprendido gritó Sandro.
Para la Gata Miaw Miaw los placeres de la noche eran únicos, cada noche, lamía sus patitas, sus orejas, se pasaba el peine del lomo a la cola y mientras ronroneaba, su cálido néctar mojaba para ella misma lo que luego sería para su minino de turno, que para ese turno, de repente solía ser el mismo minino, era viernes, era él, era techno, era amor, con M, de aMor.
Con el pasar de los veranos, Mininno se fue quedando, viernes tras viernes, fiesta tras fiesta, a veces era solo para lo que pasaba luego de la fiesta, a veces era para los arrunches luego de lo que pasaba luego de la fiesta.
Mininno era un Gato Liebre, desde que cumplio sus 21 años se fue de casa en busca de aventura, algo desde dentro siempre lo llamaba a explorar, algo no lo hacía sentirse libre, algo le decía que su casa no era su casa. Llegó a la gran ciudad con un trabajo de baja monta, pero lo ideal para poder escalar mientras se conseguía la mínima de la noche.
Para cuando Gata y Mininno se conocieron los dos tenían 30 años, habían explorado lo suficiente y estaban en su etapa mas irresistible. Los sentires que se descubrieron el uno al otro eran inexplicables, ambos se sumergían en mundos donde sus cuerpos gatunos jugaban entre el pelaje del otro, subiendo por incesantes colinas de placer y colas levantadas, esperando que uno de los dos cayera y el otro tan solo saltara para seguirlo, sabiendo que en lo bajo de la colina, solo descansarían dos cuerpos esperando a iniciar el ascenso al sol más brillante de nuevo: “¡miawh!”
Gata y Mininno eran uno solo, pero su fuego interior era demasiado para los dos, ambos acordaron disfrutar, fueran cuatro, tres o solo entre ellos dos, eran baile y gozo sin cesar, hasta que Gata Mala a Mininno envenenó. En una fiesta y con tragos en la panza, Gata Mala aprovechó y Mininno se dejó. Viendo lo ocurrido al instante brincó, “10 minutos de lapso!”, Mininno grito!. pero fueron suficientes y al enterarse Gata decidió que como esta rima, Mininno y ella se acabó.
Mininno se arrepintió pero sabía que el tiempo y el lugar no eran los indicados, rogó y rezó, a la Mar se lo entregó, pasó tiempo desolado y luego entre las calles se perdió. Tal y como llegó, el amor de su vida se desvaneció.
… Gata Gris -> …
Powered by Froala Editor